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Estación de penitencia, Domingo de Ramos 2014

Queridos hermanos ‘despojaos’ y cofrades en general, hoy me tomo la libertad de escribir esta entrada en base a mis sentimientos en este Domingo de Ramos. Imagino que cada hermano tendrá sensaciones diferentes a las mías, pero como he dicho hoy me gustaría hablar de lo que sentí durante, antes y después de la estación de penitencia.

Levantarme, mirar al cielo y pensar, hoy sí, hoy todo está de nuestra parte. Llegar al Barrio Fígares, yo personalmente, cubierta desde el momento en el que mi madre me cubre la cara con el capillo en casa, y encontrarte a tu hermanos llegar de distintos puntos de la ciudad, cubiertos y en silencio, respetando desde el primer momento, ya hace que bajo mi capillo se me dibuje una sonrisa de oreja a oreja. Llego a la casa de hermandad, y lo primero que hago es mirar a mi Señor a los ojos, y solo en esos instantes desaparecen mis nervios, nervios que después de tantos años sigo teniendo como la primera vez. Saludo y abrazo a mis hermanos y entre unos y otros nos ayudamos a darnos los últimos retoques para salir con nuestro hábito impoluto y me coloco en mi tramo, todo son nervios y ganas, sobre todo ganas. Después de los consejos de los diputados de tramo, del reparto de cirios, cruces e insignias, sabes que en pocos minutos las puertas de la Casa de Hermandad se abrirán…y entonces todos nos cubrimos y se hace el silencio absoluto…

Ya estamos fuera, comenzamos a avanzar y escuchamos la Marcha Real, el Señor del Fígares ya está en la calle y es imposible evitar emocionarme.

Durante el recorrido, un año más vuelvo a sentir orgullo de mis hermanos, las filas de nazarenos blancos son perfectas, todos iguales, sin que haya nada que pueda diferenciarnos a unos de otros, parejos, en total silencio, los cirios van todos en la misma posición, son increíbles, eso es respeto, se me eriza la piel.

De fondo escuchamos el llamaor, cada levantá y cada aplauso…Nuestros Costaleros cartujanos, Siempre de Frente, llevando con el corazón a Nuestro Despojado, como trabajan, que grande esa cuadrilla.

Y nuestra banda, madre mía, ¡que banda! Cada marcha, es mejor que la anterior, bueno, si es que se puede mejorar lo inmejorable. Que buenos son, que manera de afinar y dejarse el labio y las manos para llevar en volandas a su Padre. Y me gustaría recalcar, como, al igual que el resto de hermanos, realizaron la estación de penitencia en catedral detrás del Señor.

El momento de llegar a catedral siempre es muy emotivo, cuando todos nos encontramos dentro y Nuestro Padre se detiene frente al altar mayor, y entonces, solo entonces nos podemos volver para contemplarlo antes de iniciar la vuelta, pero este año, lo ha sido aún más, por que esa levantá la hicieron para un ser muy querido que me dejo hace unos días para irse al cielo, así que desde aquí quiero daros la gracias de corazón por tenerla presente.

Durante el recorrido de regreso, solo podía pensar en que ya se acababa, que después de dos años, la estación de penitencia había pasado en un abrir y cerrar de ojos…Así fue, ya estábamos en el Fígares, a unos metros de la Casa de Hermandad, la cuz de guía entró y poco a poco lo fuimos haciendo todos los hermanos. Ya en el interior comenzó a sonar ‘Y el cielo ganó una estrella’ y el ‘Ave María’ el Señor poco a poco se fue acercando hasta la puerta, mientras todos, cubiertos y en silencio lo esperábamos dentro, y así acabó la estación de penitencia, con abrazos entre los hermanos, con sonrisas en cada rostro y lágrimas de emoción por que un año más, Señor, fuiste para Granada.

Me reitero cada año, y lo haré siempre, pero el orgullo que supone pertenecer a esta hermandad es demasiado grande para esconderlo, gracias de verdad a todos lo que hacéis posible que la Hermandad de Jesús Despojado, María Santísima del Dulce Nombre y San Juan Evangelista siga creciendo y siendo lo que es, vuestro empeño y trabajo no tienen nombre.

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